Capítulo 1. (LVDA)

    Capítulo 1.

       "Un mal comienzo"

Mi hermana siempre me decía que los cambios son difíciles de afrontar, que nunca sabes lo que puede ocurrir. Yo, desde pequeña, le tenía miedo al fracaso, a la soledad, a perder a esas personas a las que tanto quiero. Sé que no soy la única con esos miedos, pero el saber que algún día puedo quedarme sola me aterra bastante. Casi todas las noches aparece en mi cabeza la muerte de mi hermana... es algo que creo que nunca llegaré a superar. Algunas veces los sentimientos de culpa me pueden y siento que fui yo la culpable del accidente. Incluso tuve que asistir al psicólogo dos semanas por los traumas que me quedaron tras ese hecho tan horrible. Pero bueno, supongo que tengo que olvidar todo, volver a empezar de nuevo... eso me lo dice todo el mundo, pero ellos no saben lo que es... no saben lo que es perder a tu hermana, a esa persona a la que tanto aprecias, que estuvo contigo todos los días, que te apoyo en todo... Es duro, muy duro... Pero será una tristeza que intentaré guardar en mis adentros, ahora tengo que concentrarme en los estudios, es la única forma de poder sacar a mi familia adelante, tengo que darles alguna alegría después de tantas tristezas... 

Era mi primer día de instituto, ya que había repetido 4º de primaria por la muerte de mi hermana. Estaba nerviosa. Sabía que todo sería distinto a la escuela, ese lugar al que había cogido tanto cariño a pesar de algunos malos recuerdos. Mi madre me despertó antes de lo que creía y me volví a dormir, hasta que media hora más tarde, mi hermano Jordan, (el más bromista de la familia) me tiró una botella de agua fría por encima. Yo abrí los ojos rápidamente y le agarré de la sudadera mientras el intentaba escapar. Le eché un poco de colonia de chica que tenía en mi mesilla y él salió corriendo al baño a lavarse y quitarse ese olor a chica "cursi" como él siempre decía. Era la colonia de mi hermana pequeña, Melynda, que siempre cogía mis cosas sin pedir permiso y las cambiaba por las suyas. Miré el reloj y me dí cuenta de que quedaban escasos minutos para que abrieran la puerta del instituto. Abrí el armario y me puse lo primero que encontré, cogí el móvil y me puse mis guantes de rayas rojos y negros. Son como mis amuletos, al igual que el búho que tenía en mi colgante. Cuando no lo llevaba me sentía extraña. Desayuné una tostada con mermelada de mora y un vaso de chocolate a la menta, mientras repasaba el recorrido que tenía que seguir en un mapa de color carmesí. Cogí la mochila y me fui corriendo hasta la cera de al lado, donde estaba esperando Stella, mi mejor amiga. Fuimos hablando durante el camino de ida. Cuando estábamos en frente de la puerta principal, salió el conserje.

- Hmm... Llegáis tarde, muy tarde diría yo. Aun así os lo dejo pasar por ser el primer día, pero que no se vuelva a repetir. -dijo muy serio. 

- Gracias, le prometemos que llegaremos antes la próxima vez. -dijo Stella y acto seguido me sacó de allí corriendo. 

-Puff... empezamos bien... el conserje ya nos tiene fichadas... -dije bastante preocupada.

-Tranquila hombre, ¡Relájate! -me dijo con una sonrisa de oreja a oreja.

Cuando entramos en el pasillo central, al ver a toda esa muchedumbre, los nervios recorrieron todo mi cuerpo rápidamente. Se podía sentir el buen rollo entre los amigos, la tristeza de los que no querían volver a la rutina, los nervios de los primeros alumnos... Y entonces, sonó la campana que anunciaba que las clases comenzaban. 

- Bueno, me voy a clase, ¿vienes? -me susurró Stella.

- Ve yendo tú, ahora después nos vemos en clase -la contesté.

Stella se alejó mientras se despedía de mí con la mano y una sonrisa. Crucé a un extremo del pasillo y me quedé mirando a un grupo de chicos muy fijamente, como si estuviese embrujada.  Seguí andando mientra les seguía mirando disimuladamente y de repente... ¡¡PLASH!! Me había chocado con un chico. Me moría de vergüenza. 

- Uy, lo siento mucho, andaba distraída. 

- Tranquila, no pasa nada. ¿Estás bien? -me preguntó un chico de piel canela y ojos marrones. 

- Si, gracias... -dije agachándome a recoger los libros que se me habían caído al suelo.

Él también se agachó a ayudarme y, inesperadamente, nuestras manos coincidieron y se juntaron al ir a coger el último libro. Nos quedamos allí, mirándonos a los ojos, sin saber que decir. A mí me latía el corazón tan fuerte que estoy segura de que se podía escuchar a metros o incluso a kilómetros de allí. En ese momento, el tiempo se detuvo, los segundos se hicieron eternos para mí. Noté como mis mejillas se sonrojaron muy lentamente. Pero, de repente, sentí un pisotón a mi lado y la odiosa voz de Jeniffer, una chica popular, que se las daba de diva y bastante repelente. 

- Em... ¿No deberíais estar en clase ya? No estaría bien faltar el respeto a la señorita Danis. -dijo interrumpiéndonos bruscamente, aclarandose la voz y con una sonrisa maligna.

Eh... esto... claro, si ya nos íbamos -dijo el chico y me acompañó hasta clase. 

¡Qué casualidad! Íbamos a la misma clase. Pero cuando entré, la profesora nos llamó la atención por llegar tarde. 

- ¿Acaso esto son horas de llegar, señoritos? Pasar y sentaros. -dijo la profesora con un suave tono dulce.

A mí me tocó al lado de Tina, una amiga del barrio. Me miró y me hizo un gesto que no llegué a comprender, pero igualmente asentí. Registré con la mirada cada sitio de la clase, cada hueco, pero nada, ya no encontraba a ese chico que se había acomodado en mi pensamiento.