Capítulo 4.
"Una cita no muy esperada"
Eran las tres, mi hora de finalizar las clases, pero yo no había dado casi ninguna ya que mis profesores no me vieron en condiciones de realizarlas. Me adelanté bastante de la multitud, no quería que me preguntaran sobre lo que me había sucedido. Nadie lo sabía, excepto los profesores y mi familia. Y precisamente por eso había rumores falsos, algo que nunca falta. Algunos decían que lo que pasaba es que me habían expulsado, otros que venían a decirme que tenía una enfermedad grave y otros incluso decían que iban a avisarme de que me habían pillado robando o haciendo cualquier otra acción de vandalismo. La gente es cruel, pero eso no era lo que me importaba en esos instantes.
Cuando llegué a casa, estaba mi hermana Melynda en el salón, pues ya había llegado hace rato de la escuela y no la habían dicho nada. Pero aún así, ella no era tonta y sabía que algo pasaba. Me dijo que Jordan estaba en su habitación con la puerta cerrada y no quería abrirla. Cuando fui, no conseguí hablar con él de ninguna forma. Me aterraba pensar que podía haberle pasado algo.
Después de todo eso, llegaron mis padres y la abuela, les saludé y me fui corriendo a mi cuarto, pues no podía contener las lágrimas. Me faltaba mi abuelo y sin él, nada sería lo mismo.
Se acercaban las seis y ya estaba preparada para ir al parque donde habíamos quedado. No estaba muy lejos, a unos diez minutos andando con paso ligero. Cuando llegué, divisé a un grupo de chicos y chicas cerca de la entrada. En ese grupo estaba ese chico. Fue desconcertante, yo creía que íbamos a estar solos... Él me vio y vino corriendo a saludarme.
- ¡Hola! Pensé que ya no vendrías - me dijo jadeando, ya que la carrera que se había dado no era especialmente corta.
- Pues sí, he venido... y es posible que me esté arrepintiendo - dije un poco nerviosa.
- ¿Por qué? Si lo dices por toda esa gente, no te preocupes, te los presentaré y lo pasaremos muy bien, créeme.
- Bueno, si tú lo dices... - dije no muy convencida.
- Mira ven, este es Louis, es mi mejor amigo. Es muy bromista y pesado, pero tiene su encanto. Espero que os llevéis bien - me decía mientras llegaba despacio un chico alto, delgado y bastante mono, con un toque despreocupado y juvenil.
- Hola hermosura, encantado no, encantadísimo de conocerla - dijo Louis mientras me besaba la mano y me guiñaba el ojo.
- Esto... igualmente - respondí muy tímidamente.
- ¡Ala! ¿Lo has oído? Me ha dicho que yo también soy una hermosura, no textualmente pero si lo ha dicho ¿Ves? ¡Si es que estoy muy bueno! Ya te lo decía yo - dijo riéndose Louis mientras nos miraba pícaro.
- Bueno, me está llamando Lucas. No te pases con ella, ¿eh? Te vigilo - dijo amenazando a Louis mientras se reía.
- Ok, ok, marcha tranquilo, ¡confía en tu mejor amigo, hombre! - respondió con una sonrisa muy traviesa.
- Oye, espera, aún no me has dicho tu nombre... ¿Cuál es ese precioso nombre tuyo? - me preguntó sonriente.
- Me llamo... ¡Lucrecia Montespino! - bromeó Louis con voz aguda.
- Yo tampoco se tu nombre, ¿verdad? - le respondí con una pequeña sonrisa.
- ¡Pero bueno! Mira, la que parecía una mosquita muerta, ¿eh? En fin, voy a ver que quiere este pesado... ¡Hasta ahora! - decía él entre risas mientras se alejaba despacio hasta el mogollón.
Estábamos solos Louis y yo y me invitó a sentarme en un banco al lado de un jardín de rosas. Yo accedí y caminamos hacia allí, silenciosos. Cuando nos sentamos, Louis rompió el hielo haciéndome una pregunta que había escuchado hace poco.
- Bueno, tú sabes mi nombre, pero yo el tuyo no, no es justo - me dijo Louis haciendo puchero.
- Bueeeeeno, vale, pero prométeme que no lo dirás a... como se llame, tú ya sabes de quien hablo.
- Vale, ahora dime, ¿tu nombre es Francisca? ¿O Florencia? - siguió bromeando.
- Mejor dicho, una condición más. Si te lo digo me dices el de él - dije mientras le señalaba.
- Aish, que caro me va a salir saber tu nombre... Venga vale, él se llama... Aitor, de apellido Tillafrancesa - bromeó de nuevo.
- ¡Malvado! Pues te quedaste sin saber mi nombre.
- ¡Jo! Bueno, te llamaré Rufina - me dijo con una sonrisa malvada y un gesto burlón.
Estuvimos hablando un buen rato hasta que por fin le sonsaqué el nombre. Se llamaba Richard. Rich o Richy para los amigos. Me gustaba bastante ese nombre.
Después de conversar algunos minutos más, Louis se fue acercando hacia mí. Me pasó el brazo por mi hombro y con la mano, deslizó suavemente mi mentón hasta quedarnos los dos mirándonos. Mi corazón se aceleró. No sabía que hacía, quería impedirlo pero no podía moverme, mi cuerpo no reaccionaba. Era un momento muy incómodo. Y, lentamente, mientras sentía su aliento en mi cuello, me besó. Algunos segundos después me aparté y le dije que tenía que irme. Salí de allí lo más rápido que pude.
- Ya estoy aquí, ¿qué la has hecho Louis? - le preguntó Richard desconfiando de él, mientras caminaba hacia donde estaba sentado.
- ¿Yo? ¡Nada! - contestó con una mirada traviesa.
- Más te vale, chaval... Además, ¿por qué se ha ido?
- Dijo que tenía prisa - contestó Louis un poco nervioso.
- Espero que no me mientas... vamos con los demás, anda...
Richard estaba preocupado, pero decidió olvidarlo por lo menos esa tarde.
Cuando llegué a mi casa, no había nadie, por lo que decidí llamar a Stella. Antes de que dijera algo, me preguntó que me había pasado, por qué no las había esperado en la salida. Se lo conté mientras me caían algunas lágrimas lentamente. Después de consolarme, le conté lo de aquella tarde, lo de Louis y Richard. Ella quedó sorprendida por la reacción de Louis, pues le conocía desde hace tiempo y nunca le había pasado con ninguna chica, ni siquiera con ella, la cual estaba enamorada de él. Pero Stella no lo dijo, prefirió guardarlo para otro momento más tranquilo. Noté como se entristeció, pero aún así me ayudó como pudo. Me sentí culpable, no quería que ella se pusiera mal, pero tampoco sabía el motivo de su reacción. Después de una larga conversación decidimos seguir hablando otro día, que ya era demasiado tarde. Colgué y me tiré en la cama. No tenía ánimos. Además, me dí cuenta perfectamente de que a Stella le sucedía algo, pero no sabía el qué y tampoco quise insistir demasiado. Eran muchas emociones para un solo día, entre la muerte de mi abuelo, el extraño sentimiento hacia Richard, el inesperado beso de Louis, el raro comportamiento de Stella... realmente, solo quería que fuese un sueño y poder despertar de él... pero no, lamentablemente, no lo era.
jara guapa esto me esta gustando mas sigue asi
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