domingo, 26 de mayo de 2013

Capítulo 5 (LVDA)

Capítulo 5.

  "Un encuentro inesperado"


Ya hacía una semana desde la muerte de mi abuelo. Había sido una de las peores semanas de mi vida, pero ésta no quería que fuera igual, por lo que estuve pensando en todo lo que había sucedido  anteriormente y me quedé pensando en el día que dijo Patri eso sobre Jaime... ¿tendrían algo que ver? Ese día me propuse descubrir lo que pasó. Llamé a Stella y se lo pregunté, pero no me dijo nada. No sé si es porque no lo sabría o no quería decírmelo, pero no insistí. Llamé a Patri y decidí quedar con ella.
Me duché y me vestí rápido, pues aún necesitaba investigar un poco y preparar lo que le diría hoy a Patri, porque ya que tenía una oportunidad de descubrir todo, no quería cometer un fallo imperdonable. Cogí una libreta de mi escritorio y con un bolígrafo azul empecé a anotar todo lo que había resultado sospechoso.

" - El comentario de Patri. 
  - La forma con la que me habla Patri cuando Jaime es el tema de la conversación. "

Aún no tenía casi nada para poder encajar todo, por eso tenía que quedar con ella. Dejé la libreta encima de la mochila que iba a llevarme a la cita con Patri. Me preparé y metí todo en la mochila (la libreta, algún bolígrafo, el móvil, dinero y alguna que otra foto). Ya estaba preparada para ir a por todas.

Me despedí de mi familia y salí hacia el lugar de la cita. Allí vi a Patri esperando, mirando de un lado hacia otro. Caminé hacia ella y ésta me miró con cara de preocupación.

- Anne, ¿y las demás? - dijo rápidamente Patri. 

- Patri, no van a venir las demás. Solo estaremos nosotras dos. ¿Acaso no quieres estar conmigo? - dije haciendo puchero. 

- Claro que quiero, pero creía que quedaríamos todas, por eso te lo preguntaba - dijo no muy segura de lo que pasaba - Bueno, ¿y a dónde vamos?

- ¿Que tal si vamos a la plaza? Han puesto un mercadillo.

- Vale, vamos - dijo ella un poco desconcertada, pues nunca habíamos quedado las dos solas y menos después de de un comentario como el que hizo el otro día.

Cuando llegamos, dimos una vuelta por el mercadillo. Yo estaba nerviosa, muy nerviosa, pues no sabía como iba a sonsacarle la verdad. De repente, nos paramos en seco. No podía creerlo. ¿Seguro que era él? No podía ser... ¡Si se había mudado! Miramos para otro lado, disimulando, pero parece que era cosa del destino.

- ¿Anne? ¿Patri? ¿Sois vosotras? 

No queríamos darnos la vuelta, pero no había más remedio. Estaba deseando que me tragara la tierra. Sentí unos suaves golpes en el hombro, por lo que me estremecí lentamente. No había más opciones, debía contestar a su llamada.

- ¿Jaime? ¿Eres tú? - dijimos casi al unísono Patri y yo.

- ¿Vosotras qué creéis? ¿No me recordáis? - contestó con una espléndida sonrisa, la misma de la que me enamoré aquel día.

- Pues claro, ¡cómo no íbamos a recordarte! - intervino Patri con una sonrisa nerviosa - ¿Y qué haces aquí, no te habías mudado? 

- Sí, pero mis padres han decidido que debemos volver, además mi madre ha encontrado un trabajo aquí, por lo que así le resultará más cómodo el transporte - nos explicó tranquilamente.

Yo no podía aguantar más. ¡Necesitaba irme! Sentía cada palabra que pronunciaba como puñales que se clavaban en mi vientre. Además, esa sonrisa tan encantadora a mí me producía náuseas. Ésto me estaba sobrepasando. Puse una excusa y me fui, no podía seguir sufriendo. Pero a los escasos pasos que di, sentí como si alguien me estuviese siguiendo. Aceleré el paso hasta alejarme de la muchedumbre, pero aún creía escuchar esos misteriosos pasos. Decidí darme la vuelta, no podía con la presión que me producía el sentirme vigilada. Me giré y vi a la persona que menos esperaba encontrar... 

viernes, 17 de mayo de 2013

Capítulo 4 (LVDA)

Capítulo 4.

"Una cita no muy esperada"


Eran las tres, mi hora de finalizar las clases, pero yo no había dado casi ninguna ya que mis profesores no me vieron en condiciones de realizarlas. Me adelanté bastante de la multitud, no quería que me preguntaran sobre lo que me había sucedido. Nadie lo sabía, excepto los profesores y mi familia. Y precisamente por eso había rumores falsos, algo que nunca falta. Algunos decían que lo que pasaba es que me habían expulsado, otros que venían a decirme que tenía una enfermedad grave y otros incluso decían que iban a avisarme de que me habían pillado robando o haciendo cualquier otra acción de vandalismo. La gente es cruel, pero eso no era lo que me importaba en esos instantes.

Cuando llegué a casa, estaba mi hermana Melynda en el salón, pues ya había llegado hace rato de la escuela y no la habían dicho nada. Pero aún así, ella no era tonta y sabía que algo pasaba. Me dijo que Jordan estaba en su habitación con la puerta cerrada y no quería abrirla. Cuando fui, no conseguí hablar con él de ninguna forma. Me aterraba pensar que podía haberle pasado algo.
Después de todo eso, llegaron mis padres y la abuela, les saludé y me fui corriendo a mi cuarto, pues no podía contener las lágrimas. Me faltaba mi abuelo y sin él, nada sería lo mismo.
Se acercaban las seis y ya estaba preparada para ir al parque donde habíamos quedado. No estaba muy lejos, a unos diez minutos andando con paso ligero. Cuando llegué, divisé a un grupo de chicos y chicas cerca de la entrada. En ese grupo estaba ese chico. Fue desconcertante, yo creía que íbamos a estar solos... Él me vio y vino corriendo a saludarme.

- ¡Hola! Pensé que ya no vendrías - me dijo jadeando, ya que la carrera que se había dado no era especialmente corta.

- Pues sí, he venido... y es posible que me esté arrepintiendo - dije un poco nerviosa.

- ¿Por qué? Si lo dices por toda esa gente, no te preocupes, te los presentaré y lo pasaremos muy bien, créeme.

- Bueno, si tú lo dices... - dije no muy convencida.

- Mira ven, este es Louis, es mi mejor amigo. Es muy bromista y pesado, pero tiene su encanto. Espero que os llevéis bien - me decía mientras llegaba despacio un chico alto, delgado y bastante mono, con un toque despreocupado y juvenil.

- Hola hermosura, encantado no, encantadísimo de conocerla - dijo Louis mientras me besaba la mano y me guiñaba el ojo.

- Esto... igualmente - respondí muy tímidamente. 

- ¡Ala! ¿Lo has oído? Me ha dicho que yo también soy una hermosura, no textualmente pero si lo ha dicho ¿Ves? ¡Si es que estoy muy bueno! Ya te lo decía yo - dijo riéndose Louis mientras nos miraba pícaro.

- Bueno, me está llamando Lucas. No te pases con ella, ¿eh? Te vigilo - dijo amenazando a Louis mientras se reía.

- Ok, ok, marcha tranquilo, ¡confía en tu mejor amigo, hombre! - respondió con una sonrisa muy traviesa.

- Oye, espera, aún no me has dicho tu nombre... ¿Cuál es ese precioso nombre tuyo? - me preguntó sonriente.

- Me llamo... ¡Lucrecia Montespino! - bromeó Louis con voz aguda.

- Yo tampoco se tu nombre, ¿verdad? - le respondí con una pequeña sonrisa.

- ¡Pero bueno! Mira, la que parecía una mosquita muerta, ¿eh? En fin, voy a ver que quiere este pesado... ¡Hasta ahora! - decía él entre risas mientras se alejaba despacio hasta el mogollón. 

Estábamos solos Louis y yo y me invitó a sentarme en un banco al lado de un jardín de rosas. Yo accedí y caminamos hacia allí, silenciosos. Cuando nos sentamos, Louis rompió el hielo haciéndome una pregunta que había escuchado hace poco.

- Bueno, tú sabes mi nombre, pero yo el tuyo no, no es justo - me dijo Louis haciendo puchero.

- Bueeeeeno, vale, pero prométeme que no lo dirás a... como se llame, tú ya sabes de quien hablo.

- Vale, ahora dime, ¿tu nombre es Francisca? ¿O Florencia? - siguió bromeando. 

- Mejor dicho, una condición más. Si te lo digo me dices el de él - dije mientras le señalaba.

- Aish, que caro me va a salir saber tu nombre... Venga vale, él se llama... Aitor, de apellido Tillafrancesa - bromeó de nuevo.

- ¡Malvado! Pues te quedaste sin saber mi nombre.

- ¡Jo! Bueno, te llamaré Rufina - me dijo con una sonrisa malvada y un gesto burlón.

Estuvimos hablando un buen rato hasta que por fin le sonsaqué el nombre. Se llamaba Richard. Rich o Richy para los amigos. Me gustaba bastante ese nombre. 
Después de conversar algunos minutos más, Louis se fue acercando hacia mí. Me pasó el brazo por mi hombro y con la mano, deslizó suavemente mi mentón hasta quedarnos los dos mirándonos. Mi corazón se aceleró. No sabía que hacía, quería impedirlo pero no podía moverme, mi cuerpo no reaccionaba. Era un momento muy incómodo. Y, lentamente, mientras sentía su aliento en mi cuello, me besó. Algunos segundos después me aparté y le dije que tenía que irme. Salí de allí lo más rápido que pude. 

- Ya estoy aquí, ¿qué la has hecho Louis? - le preguntó Richard desconfiando de él, mientras caminaba hacia donde estaba sentado.

- ¿Yo? ¡Nada! - contestó con una mirada traviesa.

- Más te vale, chaval... Además, ¿por qué se ha ido? 

- Dijo que tenía prisa - contestó Louis un poco nervioso. 

- Espero que no me mientas... vamos con los demás, anda...

Richard estaba preocupado, pero decidió olvidarlo por lo menos esa tarde.
Cuando llegué a mi casa, no había nadie, por lo que decidí llamar a Stella. Antes de que dijera algo, me preguntó que me había pasado, por qué no las había esperado en la salida. Se lo conté mientras me caían algunas lágrimas lentamente. Después de consolarme, le conté lo de aquella tarde, lo de Louis y Richard. Ella quedó sorprendida por la reacción de Louis, pues le conocía desde hace tiempo y nunca le había pasado con ninguna chica, ni siquiera con ella, la cual estaba enamorada de él. Pero Stella no lo dijo, prefirió guardarlo para otro momento más tranquilo. Noté como se entristeció, pero aún así me ayudó como pudo. Me sentí culpable, no quería que ella se pusiera mal, pero tampoco sabía el motivo de su reacción. Después de una larga conversación decidimos seguir hablando otro día, que ya era demasiado tarde. Colgué y me tiré en la cama. No tenía ánimos. Además, me dí cuenta perfectamente de que a Stella le sucedía algo, pero no sabía el qué y tampoco quise insistir demasiado. Eran muchas emociones para un solo día, entre la muerte de mi abuelo, el extraño sentimiento hacia Richard, el inesperado beso de Louis, el raro comportamiento de Stella... realmente, solo quería que fuese un sueño y poder despertar de él... pero no, lamentablemente, no lo era.

 

sábado, 11 de mayo de 2013

Capítulo 3 (LVDA)

Capítulo 3.

"Una triste noticia"


Después de un fin de semana lleno de tardes tristes y lluviosas, me daba la impresión de que no iba a ser una buena semana. La verdad es que no iba del todo desencaminada...
Era lunes y llegaba tarde a clase, ni siquiera Stella estaba esperándome, lo que me recordó a la charla que iba a soltarme el conserje. Parece que solo le pagan por regañar a los tardones, porque nunca le he visto limpiando ni arreglando averías, ni siquiera repartiendo hojas de información para los padres. El motivo de haber salido tan tarde de casa era porque me había dormido. El día anterior estuve hasta tarde en un parque con mis padres, hermanos y abuelos, disfrutando de las maravillosas historias que contaba mi abuelo, esa persona a la que tanto aprecio. 
Miré el reloj y salí corriendo. Llegué jadeando a la puerta del instituto y allí estaba esperándome el conserje, dispuesto a soltarme uno de sus discursos matinales. Después de haberme dicho todo lo que debía, me dejó pasar a clase. Cuando la profesora me vio entrar a esas horas me pidió que me quedara en el aula cinco minutos más para hablar con ella cuando finalizara la clase. Todos me estaban mirando, lo cual me incomodaba demasiado. Al terminar la asignatura, todos mis compañeros se marcharon y la profesora se acercó a mí. Empezó a conversar conmigo, amablemente, sin alzar la voz en ningún momento. Me preguntó el motivo de mi tardanza y me dijo que no volviese a ocurrir. A pesar de que no era un tema por el cual tuviera que alegrarme, tengo que admitir que me reconfortó bastante. La verdad es que con la charla del conserje, ya tenía suficiente. Bueno, después de todo eso, pasamos a biología, una de mis clases favoritas. Siempre sacaba muy buenas notas en esa asignatura, tan buenas que se estaban pensando darme una matrícula de honor. Nos mandaron hacer un trabajo sobre las ranas, unos bichos a mi parecer bastante repugnantes a la par que impresionantes. Ya estaba empezando a buscar información con ayuda de mi compañera, Cris, cuando interrumpió en la clase el director Rem y la secretaria Megan. Todos mirábamos y escuchábamos disimuladamente, haber si nos enterábamos del hecho por el que habían venido. Entonces, el profesor de biología se acercó despacio hacia mí y me dijo que saliera fuera. Tragué saliva y me levanté, mirando al director y a la secretaria, con el rostro pálido y asustado. Cuando salí, Megan y Rem vinieron conmigo y acto seguido cerraron la puerta de clase. Me pidieron que me sentara en un pequeño banco que había en el pasillo. No podía aguantar tal presión, por lo que pregunté medio tartamudeando...

- ¿Qué.. qué pasa? - pregunté nerviosa - ¿Acaso he hecho algo?

- Bueno, tu no has hecho nada Anne, no estamos aquí precisamente para regañarte - dijo la secretaria.

- Exacto Anne. Nos ha llamado tu padre, tu abuelo ha... ha fallecido. Lo siento muchísimo. - continuó el director.

- ¡¿¡¿QUÉ?!?! No puede ser, esto es una broma, me estáis tomando el pelo, ¿verdad? ¿VERDAD? - dije desesperada, con miles de lágrimas descendiendo por mis mejillas. 

- Tranquila Anne, sabemos el aprecio que le tenías, pero tarde o temprano pasaría, debes aceptarlo - terminó Megan, la secretaria, con los ojos llorosos al verme de tal forma a causa de la triste noticia.

Salí corriendo por el pasillo, no podía dejar de llorar. Ellos se levantaron y me llamaron a gritos mientras me alejaba. Yo oía cada vez más lejos sus palabras, estaba lo suficientemente concentrada en los recuerdos de mi abuelo que surgían en mi cabeza y que me hacían añorar esos tiempos que ya no volverán. No podía creérmelo, él no estaba enfermo... Además, no pude despedirme de él como se merecía, no pude llegar a entregarle la historia que estaba escribiendo para él, en la cual contaba aventuras que les sucedían a una niña y a su abuelo... Esas historias le encantaban... 
Cuando llegué... sniff... esperar, voy a por un pañuelo... 
Ya estoy... esto... ¿por dónde íbamos? Ah sí...
Cuando llegué al hall, me senté al lado de una columna, y mientras seguía llorando, dibujé un retrato de mi abuelo. Estuve pensando en la causa de su muerte, pero seguía sin encontrar alguna razón exacta. Cinco minutos más tarde sonó el timbre que anunciaba que ya era la hora de salir al recreo. Justo cuando sonó, me levanté muy deprisa y huí hacia los aseos corriendo pues quería evitar cualquier comentario o pregunta que pudieran hacer los demás alumnos al verme en tal estado. Cuando fui a cerrar la puerta me sorprendió bastante la persona que se disponía a cogerme del brazo. Pues era él, ese chico tan extraño a la vez que especial en el que había estado pensando casi todo el día. 

- ¡Ey! ¿Qué te pasa? ¿Por qué estás así? ¿Es porque lo que te han dicho el director y la secretaria? - me preguntó preocupado. 

- No es nada, déjalo - contesté mientras me metía corriendo en el servicio de chicas.

El chico se sentó en el suelo, al otro lado de la puerta y cinco minutos más tarde, una nota pasó por la puerta. La cogí y la leí, y en ella venía algo así como...

"Sé que si te pasa algo, conmigo no se finge, mentirosilla :)
Me gustaría sacarte de nuevo una sonrisa, a sí que... ¿qué tal si nos vemos hoy en el parque municipal 'Pedro Gris'? Espero que aceptes y nos podamos conocer, pues no había visto una chica tan guapa y simpática (a la par que tímida) como tú ;)
Respóndeme pronto.
De el chico con el que tropezaste :$
Un beso."

¡No podía creérmelo! Le iba a responder con un si enorme, pero después de lo de mi abuelo... no sé si tendría fuerzas de presentarme allí. Escuché a mi corazón y mi respuesta fué...

"Claro, estaría divertido... pero no sé si podré asistir, lo siento :$"

Sé lo pasé y él me respondió con otro y así transcurrieron varios minutos, los dos entretenidos hablando por notas, con una puerta que nos separaba y que no queríamos abrir por timidez, hasta que finalmente me convenció. Quedamos en el parque a las seis y media de la tarde. Estaba muy triste y nerviosa, pues sabía que iba a ser una tarde extraña.





  

jueves, 9 de mayo de 2013

Capítulo 2. (LVDA)

Capítulo 2.

 "¿Verdaderas amigas?"


A la salida, mientras esperaba a Stella, Tina y Patri, noté como un grupo de chicos me miraba y susurraban algo de unos a otros. Cuando me fijé en ellos, me di cuenta de que era el mismo grupo de antes, el grupo al que me quedé mirando en el pasillo justo antes de chocarme con ese chico tan especial. Me sentía incómoda y no sabía que hacer, como actuar, que decir... Pero justo en ese momento sentí que algo me tocaba, me giré bruscamente y...

- ¡BUU! - gritó Stella mientras me asustaba.

- Ah, que eres tú... ¡Qué susto me has dado! - le dije riéndome.

- Pero, ¿en qué estabas pensando? ¿En la rana disecada de naturales? - bromeó Tina.

- Seguro que estaba pensando en Jaime... - dijo Patri con cierto desprecio.

- ¡¿Por qué has dicho eso?! - le dijo Stella a Patri medio gritando.

- Esto... bueno... tengo prisa... ¡Hasta mañana! - dije mientras me alejaba de allí lo más rápido posible para ocultar mis lágrimas.

- ¡No! ¡Espéranos Anne! - gritaron Stella y Tina mientras observaban como me alejaba.

- Bueno, tan solo era una broma, no era para ponerse así. - contestó Patri con un gesto de desprecio.

- Pues ten cuidado con tus "bromitas". Anda, vámonos. - dijo Stella mientras empezaba a caminar.

- Sí, será lo mejor. - contestó Tina mientras canturreaba para hacer más corto el camino de vuelta a sus casas. 

Después de unos minutos, cada una se desvió hacia su casa y se despidieron con la mano. 
Yo lo primero que hice al entrar en casa fue dejar mi mochila en el suelo y tirarme en la cama, ya que no venía muy contenta por el comentario de Patri. Seguro que no tenéis ni idea de por qué he reaccionado así. Bueno, os lo contaré aunque no tenga muchas ganas.

Todo comenzó en una tarde de verano. Decidí salir a dar una vuelta con mis amigas por el parque a pesar del horroroso calor que hacía. Cuando llegamos al estanque, me senté en un banco y me quedé pensando, mientras mis amigas fueron al kiosko de al lado. Entonces, como por arte de magia, apareció un chico al lado de la valla de una caseta que había a pocos pasos de mí. No se como, pero todos mis pensamientos cambiaron bruscamente y mis ojos se quedaron fijos mirando hacia una única dirección. Mi centro de atención en esos instantes fue... Él. No sabía si acercarme, poner la excusa de preguntarle alguna dirección, la hora que era... pero no pude reaccionar. Él me miró y quitó su mirada rápidamente, pero después de unos segundos, sus ojos volvieron a fijarse en mi. Los dos nos mirábamos fijamente y yo quería desaparecer. De repente, el chico se acercó a mí lentamente y empezó a conversar conmigo.

- Esto... hola. - me dijo, mientras se sentaba a mi lado.

- Hola... - contesté nerviosa.

- Yo y mis amigos... bueno, nos preguntábamos que si queréis venir tú y tus amigas al skatepark un rato, que vamos a participar en un concurso. ¿Qué te parece?

- ¡Por supuesto! - dijo Stella mientras venía corriendo a cogerme del brazo. 

- Pues no se hable más, vamos para allá señoritas. - dijo un amigo suyo.

Mientras íbamos hacia el skatepark, yo y el chico nos fuimos quedando atrás y estuvimos hablando, hasta que, inesperadamente, nuestros labios se juntaron y terminamos en un dulce beso. Sé que aún era demasiado pronto, pero los dos lo deseábamos, queríamos sentirnos, saborear lentamente nuestros labios. 

Tengo que admitir que fue unos de los mejores besos que he tenido hasta ahora. Aunque igualmente, no querría.. bueno, sigamos. 

Después de ese intenso beso, nos fuimos de la mano al skatepark. Me pareció todo demasiado precipitado, por lo que tiré una horquilla al suelo disimuladamente y al agacharme a cogerla me solté delicadamente de la mano del chico.

- Bueno, ¿y tu nombre es...? - pregunté para romper nuestro silencio.

- Jaime, ese es mi nombre. ¿Y el tuyo? - respondió suavemente. 

- Anne.

- Encantado, Señorita Anne.

- Lo mismo digo, señorito Jaime - dije mientras esbozaba mi tímida sonrisa.

Cuando llegamos, después de verlos patinar, fuimos hasta la plaza y allí cada uno se fue a su casa. Antes de irme, Jaime me dio su número de teléfono para volver a quedar. Y así pasaron tardes y tardes hasta que empezamos a salir juntos y esas tardes se convirtieron en días enteros. Yo me sentía la chica más feliz del mundo. Pero eso cambió y no se lo habría deseado a nadie, ni a mi peor enemiga. Un día quedamos para salir a comer a un restaurante y estuve esperando bastante tiempo, allí en la mesa, solitaria. Al final me cansé y salí del restaurante dispuesta a remover cielo y tierra para encontrarle. Después de unas horas, me lo encontré en una plaza, junto a una chica, besándola como si fuera su último día de vida y no quisiera perder ni un minuto sin estar a su lado. Mis ojos se humedecieron lentamente. Salí corriendo hacia mi casa y cuando llegué, fui corriendo a mi cuarto para evitar preguntas de mi familia. Una vez allí, cerré mi puerta y me tiré en la cama. Recordé todo ese tiempo juntos y no pude evitar que varias lágrimas corrieran por mis mejillas. Después, me llamó y me dijo que lo sentía por no haber asistido a la cita. Yo, sin pensarlo dos veces, corté con él. Nunca pensé que me haría algo así, pero ya veis, no todo es lo que parece, nada es como uno se cree... No todo es un cuento de hadas. 

Eso es todo. Aún así... no me puedo explicar a que vino ese comentario que hizo Patri, no venía a cuento... Algo debió de pasar entre ella y Jaime o alguien cercano a ellos... Intentaré descubrirlo.