martes, 17 de septiembre de 2013

Capítulo 14 (LVDA)

Capítulo 14.

"Una noche extraña"


Respiro hondo. ¿Lo mejor? ¿Qué quiere decir? A saber lo que tienen entre manos. Miro de un lado a otro intentando obtener alguna pista sobre lo que se avecina, pero es en vano. Miro a Stella de reojo y siento como mira nerviosa a todas partes, pues sabe que si le intento sonsacar algo, acabaré sabiéndolo. Pero esta vez prefiero ser buena, prefiero que todo me pille por sorpresa, no seré yo quien estropé nada. Me acurruco entre la arena y me pierdo entre las caricias de alguien, acompañadas con el dulce sonido de la costa. Es extraño, pero esas caricias me devuelven a mi mundo, lleno de tranquilidad con un toque de locura. Mi cuerpo se estremece con el contacto de su piel. Noto como el vello se me va erizando según desliza su dedo por mi brazo. Decido girarme y descubrir el rostro de la persona que me ha hecho sentir tanto en un momento, pero me sorprendo al instante, ya que detrás mía no hay nadie. ¿Qué está pasando aquí? ¿Es una broma? ¿O solo a sido mi imaginación? Preguntas y más preguntas resuenan en mi cabeza. Me levanto despacio y sigo mirando de un lado a otro. ¿Dónde están todos? Me encuentro sola en la inmensidad de la noche. Parece como si el mar fuera mi único acompañante en estos momentos. 
Camino insegura y cojo mi móvil para alumbrar el camino mientras recorro con la mirada cada rincón del lugar que me rodea. Oigo un ruido, como si alguien estuviese deambulando sin rumbo alguno detrás de mí. Un escalofrío recorre mi cuerpo y me llena de temor. Oigo cada vez más cerca esos pasos y el miedo se apodera de mí. Sin pensarlo dos veces, empiezo a andar con más rapidez, de modo que cuando quiero darme cuenta, estoy corriendo. ¿Qué hago? No soy capaz ni de manejar mis acciones. 

"La batería se está agotando, conecte el móvil a una fuente de energía"

Mierda, la batería. ¿Ahora como veré donde estoy? Será mejor seguir a oscuras, tengo que guardar la poca batería que me queda por si hay alguna emergencia. Sigo andando y empiezo a ver luz. Debe de ser el chiringuito, por fin estoy llegando a la parte frecuentada de la playa. Sigo caminando, esta vez más despacio. De repente, algo me agarra y me llevo un gran sobresalto.

- ¡Quita! - grito.

- ¡Tranquila, no voy a comerte! O quizá si...

- ¿Quién eres? - continuo algo más calmada pero dándole aún la espalda.

- Anne, tranquila, date la vuelta y compruébalo por ti misma.

Me giro y encuentro a la persona que menos quería ver en ese momento.  

- ¿¿Jaime?? VETE.

Me coge de la cintura y yo le aparto bruscamente mientras le miro desafiante. Me mira y se sienta en el suelo, agarrándome de la pierna. Muevo violentamente la pierna hasta que consigo que me suelte. Suelta un par de carcajadas y me doy la vuelta. Salgo corriendo de nuevo hacia el chiringuito y él se queda parado mirándome.

- Anne, nunca te librarás de mí - grita mientras me alejo.

Noto como una lágrima cae por mi mejilla. No es una lágrima de tristeza, sino de miedo, rabia y desesperación. Ya no se que hacer para que me deje en paz, solo sé que sabe de sobra como hundirme un día en el cual todo iba perfectamente. Y pensar en lo estúpida que fui... me engañó como a una tonta, y ahora no piensa dejarme en paz. Lo peor de todo es que no soy capaz de defenderme porque cada vez que le miro, toda nuestras tardes juntos vuelven a mi cabeza y me siento incapaz de hacerle daño. Pero tengo que superarlo, está claro. Tengo que aprender a ser inmune a los recuerdos del pasado y plantarle cara, no puedo depender de que los demás me defiendan, yo puedo y lo voy a conseguir. Sigo andando, intentando olvidarlo todo, pero me es imposible. 

- Olvídame ya y déjame vivir en paz.. ¿acaso pido tanto? - susurro entre sollozos y me dejo caer en la arena.

Siento una respiración muy próxima a mi.

- Eh, princesa, ¿qué ha pasado? ¿estás bien? - me dice Richard retirando el pelo suavemente de mi rostro y secándome las lágrimas que resbalan por mis mejillas.

- No.. estoy bien, tan solo me ha dado un pequeño mareo, ya sabes, aún estoy algo débil - miento.

- ¿No la enseñaron sus padres que no se debe mentir, señorita? - dice con una voz burlona que me provoca una pequeña carcajada, la cual me reconforta bastante.

- Te necesito a mi lado Richard, te necesito siempre a mi lado - le digo mirándole a los ojos. 

- ¿Crees que yo no te necesito, pequeña? - me susurra.

- Demuéstralo - le digo mientras le guiño un ojo.

Se acerca a mí y me besa dulcemente, tumbándome en la arena. Yo le acaricio mientras sonrío. Él me mira y suspira. "Adoro tu sonrisa" me susurra mientras me hace cosquillas, esas que tanto me gustan. Veo en sus ojos lo feliz que está, pero yo no puedo decir lo mismo. Es recordar que dentro de poco ya no podré vivir momentos así junto a él y se me cae encima el mundo. "Anne, olvídalo y disfruta del momento" me digo a mí misma. Me siento detrás de él y me hago la remolona para que me haga mimos mientras sonrío. Y allí, como dos niños, pasamos la noche picándonos, haciéndonos cosquillas, caricias, besándonos, y lo más importante, queriéndonos más cada minuto que pasaba. 

lunes, 2 de septiembre de 2013

Capítulo 13 (LVDA)

Capítulo 13.

"La playa"


Pasados apenas diez minutos consigo adivinar hacia donde nos dirigimos. Bajo la ventanilla del coche para que la brisa me serene. Adoro esa sensación, cuando ese olor a agua salada me embauca de pies a cabeza. Recorro con la mirada el transitado paseo marítimo, en el cual se encuentran personas de todas las edades disfrutando del magnífico día que se ha presentado esta mañana. Miro a mi madre y ella me sonríe, pues sabe de sobra que me encanta este lugar porque me lleva de nuevo a mi niñez. Vuelvo a mirar por la ventanilla y observo detenidamente uno de los tantos coches que había aparcados en el parking de la playa. Me resulta un tanto familiar pero no le doy importancia y bajo del coche.

- Mamá, ¿por qué venimos aquí?

- Creo que es un buen día para venir, ¿no te parece?

- Si, solo que... no traemos la ropa apropiada. Ni la sombrilla. Ni las toallas. Ni la crema sol...

- Tranquila hija, está todo pensado - me interrumpe.

Asiento y veo como me da el bikini mientras me señala con el dedo un cambiador para poder ponérmelo sin problemas. Me dirijo hacia él y entro, ya que no hay nadie en estos momentos. No tardo en cambiarme y salgo. Camino sobre la cálida arena de la playa mientras miro hacia el mar. Veo como las olas acarician la arena humedeciéndola y borrando las huellas que ha dejado una joven que paseaba por la orilla. Me dejo llevar por los chapoteos que causan los niños intentando saltar las olas. Es relajante y sosegado el sonido y la visión que produce la playa en estos instantes. Me quedo embobada mirando el horizonte, observando como el azul del cielo y las nubes que lo adornan se reflejan con más nitidez en la parte más alejada de la orilla. Sigo caminando y de repente, siento como alguien me empuja hacia el agua delicadamente mientras me tapa los ojos. 

- ¿Mamá? - pregunto riendo.

- ¡No, no, no! - responde la persona que hay detrás de mí con voz grave.

- ¿Richard? 

- ¡Más te gustaría! - dice indignada mientras quita sus manos de mis ojos y me abraza.

- ¡¡Stella!! - sonrío - ¿Qué haces aquí?

- Qué hacemos aquí, dirás - se ríe mientras me coge de la cintura y me da la vuelta para ver a los demás. 

Me quedo atónita. ¡Están todos aquí! Stella, Patri, Tina, Louis, Richard, Jordan y...

- Yanira, ¿verdad? - le pregunto a la chica que está junto a mi hermano Jordan.

- Sí, esa soy yo. Tú debes de ser la queridísima hermana de Jordan ¿me equivoco? - dice con una sonrisa. 

- Has acertado - digo guiñando el ojo.

Me tapan los ojos con una cinta y me llevan de la mano a otra parte de la playa. Dejo de oír murmullos, deben de haberme traído a la parte menos transitada de la playa, un lugar muy tranquilo. Me quitan la cinta y veo que han puesto sillas, mesas con comida, pancartas, gorros de fiesta, un equipo de música y regalos. No puedo creer nada de esto y no consigo articular palabra alguna. 

- Sabíamos que ibas a montar una fiesta de despedida y pensamos que esto te gustaría - me explica Stella.

- Pues no me gusta... - respondí seria. Noté como sus semblantes iban cogiendo un color pálido y asustado y continué la frase con una sonrisa - ¡¡ME ENCANTA!! 

- ¡Serás malvada! - dijeron casi al unísono y se lanzaron contra mi tirándome a la arena de la playa.

Antes de que se levantaran, me puse encima y les di un abrazo enorme. Ese fue el principio de un día inolvidable que pasaría junto a ellos. Y sí, así fue. Hubo momentos divertidos, románticos, tristes, alegres, emotivos... todo en una compañía muy especial. Acabamos tirados en la arena, mirando las estrellas, como ese día mágico junto a Richard en el jardín del hospital. 

- Ahora llega lo mejor - me susurra Stella.