Capítulo 14.
"Una noche extraña"
Respiro hondo. ¿Lo mejor? ¿Qué quiere decir? A saber lo que tienen entre manos. Miro de un lado a otro intentando obtener alguna pista sobre lo que se avecina, pero es en vano. Miro a Stella de reojo y siento como mira nerviosa a todas partes, pues sabe que si le intento sonsacar algo, acabaré sabiéndolo. Pero esta vez prefiero ser buena, prefiero que todo me pille por sorpresa, no seré yo quien estropé nada. Me acurruco entre la arena y me pierdo entre las caricias de alguien, acompañadas con el dulce sonido de la costa. Es extraño, pero esas caricias me devuelven a mi mundo, lleno de tranquilidad con un toque de locura. Mi cuerpo se estremece con el contacto de su piel. Noto como el vello se me va erizando según desliza su dedo por mi brazo. Decido girarme y descubrir el rostro de la persona que me ha hecho sentir tanto en un momento, pero me sorprendo al instante, ya que detrás mía no hay nadie. ¿Qué está pasando aquí? ¿Es una broma? ¿O solo a sido mi imaginación? Preguntas y más preguntas resuenan en mi cabeza. Me levanto despacio y sigo mirando de un lado a otro. ¿Dónde están todos? Me encuentro sola en la inmensidad de la noche. Parece como si el mar fuera mi único acompañante en estos momentos.
Camino insegura y cojo mi móvil para alumbrar el camino mientras recorro con la mirada cada rincón del lugar que me rodea. Oigo un ruido, como si alguien estuviese deambulando sin rumbo alguno detrás de mí. Un escalofrío recorre mi cuerpo y me llena de temor. Oigo cada vez más cerca esos pasos y el miedo se apodera de mí. Sin pensarlo dos veces, empiezo a andar con más rapidez, de modo que cuando quiero darme cuenta, estoy corriendo. ¿Qué hago? No soy capaz ni de manejar mis acciones.
"La batería se está agotando, conecte el móvil a una fuente de energía"
Mierda, la batería. ¿Ahora como veré donde estoy? Será mejor seguir a oscuras, tengo que guardar la poca batería que me queda por si hay alguna emergencia. Sigo andando y empiezo a ver luz. Debe de ser el chiringuito, por fin estoy llegando a la parte frecuentada de la playa. Sigo caminando, esta vez más despacio. De repente, algo me agarra y me llevo un gran sobresalto.
- ¡Quita! - grito.
- ¡Tranquila, no voy a comerte! O quizá si...
- ¿Quién eres? - continuo algo más calmada pero dándole aún la espalda.
- Anne, tranquila, date la vuelta y compruébalo por ti misma.
Me giro y encuentro a la persona que menos quería ver en ese momento.
- ¿¿Jaime?? VETE.
Me coge de la cintura y yo le aparto bruscamente mientras le miro desafiante. Me mira y se sienta en el suelo, agarrándome de la pierna. Muevo violentamente la pierna hasta que consigo que me suelte. Suelta un par de carcajadas y me doy la vuelta. Salgo corriendo de nuevo hacia el chiringuito y él se queda parado mirándome.
- Anne, nunca te librarás de mí - grita mientras me alejo.
Noto como una lágrima cae por mi mejilla. No es una lágrima de tristeza, sino de miedo, rabia y desesperación. Ya no se que hacer para que me deje en paz, solo sé que sabe de sobra como hundirme un día en el cual todo iba perfectamente. Y pensar en lo estúpida que fui... me engañó como a una tonta, y ahora no piensa dejarme en paz. Lo peor de todo es que no soy capaz de defenderme porque cada vez que le miro, toda nuestras tardes juntos vuelven a mi cabeza y me siento incapaz de hacerle daño. Pero tengo que superarlo, está claro. Tengo que aprender a ser inmune a los recuerdos del pasado y plantarle cara, no puedo depender de que los demás me defiendan, yo puedo y lo voy a conseguir. Sigo andando, intentando olvidarlo todo, pero me es imposible.
- Olvídame ya y déjame vivir en paz.. ¿acaso pido tanto? - susurro entre sollozos y me dejo caer en la arena.
Siento una respiración muy próxima a mi.
- Eh, princesa, ¿qué ha pasado? ¿estás bien? - me dice Richard retirando el pelo suavemente de mi rostro y secándome las lágrimas que resbalan por mis mejillas.
- No.. estoy bien, tan solo me ha dado un pequeño mareo, ya sabes, aún estoy algo débil - miento.
- ¿No la enseñaron sus padres que no se debe mentir, señorita? - dice con una voz burlona que me provoca una pequeña carcajada, la cual me reconforta bastante.
- Te necesito a mi lado Richard, te necesito siempre a mi lado - le digo mirándole a los ojos.
- ¿Crees que yo no te necesito, pequeña? - me susurra.
- Demuéstralo - le digo mientras le guiño un ojo.
Se acerca a mí y me besa dulcemente, tumbándome en la arena. Yo le acaricio mientras sonrío. Él me mira y suspira. "Adoro tu sonrisa" me susurra mientras me hace cosquillas, esas que tanto me gustan. Veo en sus ojos lo feliz que está, pero yo no puedo decir lo mismo. Es recordar que dentro de poco ya no podré vivir momentos así junto a él y se me cae encima el mundo. "Anne, olvídalo y disfruta del momento" me digo a mí misma. Me siento detrás de él y me hago la remolona para que me haga mimos mientras sonrío. Y allí, como dos niños, pasamos la noche picándonos, haciéndonos cosquillas, caricias, besándonos, y lo más importante, queriéndonos más cada minuto que pasaba.