Capítulo 15.
"No os olvidaré"
El canto de las gaviotas me despierta. Miro hacia un lado y veo como Richard me rodea con un brazo, abrazándome delicadamente. Aún está dormido. Me quedo mirándole dulcemente con una amplia sonrisa hasta que me percato de que detrás de mí hay algo. Me giro con cuidado para no despertarle y observo la caja que hay junto a mi en estos momentos. La cojo y la miro atenta. Es de color rojo brillante y tiene un pequeño lazo blanco. En ella también hay una pequeña nota, la cual dice:
"Buenos días princesa. Seguramente ahora esté dormido, pero tranquila, sigue mis consejos. Primero levántate, observa a tu alrededor y busca una piedra grande. Cuando hayas encontrado una que te guste, ponla en el interior de esta caja. ¿Sencillo, verdad? Pues sigamos. Después, recoge todo lo que tengas aquí que sea tuyo y por supuesto, despiértame. Que no te dé apuro, Anne, tú solo despiértame como tu sabes. Y después de todo eso, dame un beso y yo te seguiré diciendo todos los demás pasos. Adelante preciosa. Te quiero."
Inevitablemente, sonrío tras leer la nota y le miro de nuevo. 'Mira, si hasta parece bueno y todo' susurro. Noto como se mueve ligeramente, por lo que me doy cuenta de que lo ha escuchado. Me levanto y me dispongo a buscar la piedra. Tras cinco minutos buscando, encuentro una preciosa. Es grande, blanca y con pequeños puntitos negros y rosados. La meto dentro de la caja y la cierro. Coloco todas mis cosas en la mochila y me pongo de rodillas frente a Richard, mientras bajo poco a poco mis labios hacia su rostro dormido. Le beso cálidamente y me abraza rápidamente.
- Ya era hora, creí que no llegaría nunca este ansiado beso - dice susurrándome.
- Lo bueno se hace esperar - río mientras le guiño un ojo.
- Ya lo creo - asegura mientras se abalanza contra mí y me besa dulcemente.
Acabamos de nuevo tirados en la arena. Le miro, me mira, nos miramos. Es todo precioso, para que negarlo. Se levanta limpiándose la arena y me cede su mano para apoyarme en ella y así ayudarme a levantarme.
- Bueno señorito, ya has tenido tu beso, ¿ahora me dices que pasos he de seguir? - le digo burlona.
- Sube, anda - contesta mientras coge la mochila y me indica que suba a su espalda.
- ¿En serio? Estás loco.
- Sí, princesita, loco por ti.
Subo a su espalda y pongo mi cabeza en su hombro. 'Te quiero' le susurro al oído. Caminamos hacia la parte donde ayer tenían toda la fiesta sorpresa montada para mí. Cuando llegamos, solo veo regalos apilados, uno tras otro. Me quedo perpleja.
- ¿ESTO ES PARA MÍ? - grito emocionada.
- ¡¡SORPRESA, DORMILONA!! - gritan al unísono mientras salen de detrás de los regalos las personas que estuvieron conmigo ayer, en ese día que nunca olvidaré.
No puedo evitarlo y me emociono, me emociono mucho. Un par de lágrimas resbalan por mi rostro y me miran sonrientes.
- ¡A abrir los regalos! - grita Stella - ¡Primero el mío! ¿Eh?
Stella me entrega emocionada un paquete grande, envuelto de papel de color azul, con estrellas blancas muy brillantes y un precioso lazo a juego. Lo abro sonriente y encuentro en su interior una caja muy especial para las dos. Es una caja que hicimos el día que nos conocimos, hace 7 años ya de ello. En la tapa pone: "Stella y Anne, el comienzo de una gran amistad". Abro la caja y miles de recuerdos me invaden. Está allí el colgante que me regaló su abuela ya fallecida, uno igual que a Stella. Nos contó que esos colgantes los tuvieron ella y su mejor amiga de jóvenes y que nunca se lo quitaban. Es un regalo muy especial, pero me doy cuenta de que no es el único. También hay fotos, cartas, regalos que nos hicimos de pequeñas y muchas más cosas que marcan cada día inolvidable que pasamos juntas. La miro y la doy un gran abrazo, mientras me deshago en lágrimas. Tras ese regalo tan emocionante, le toca el turno a Richard. Abro una caja roja y dentro encuentro un montón de cartas. Me explica que tengo que leer una cada Lunes que no pase a su lado, pues fue ese día cuando nos conocimos inesperadamente. Antes de cerrar el regalo, veo otra caja más pequeña en su interior y la abro. Dentro, hay una pulsera a juego con el colgante que me regaló en el hospital. En ella están escritas nuestras iniciales y la fecha del inesperado tropiezo que hizo que toda esta bonita historia empezara, aunque hoy puede que llegue a su fin. Le beso apasionadamente ante la atenta mirada de los demás. Y después de aquello, los demás presentes van entregándome poco a poco sus regalos y van haciendo que este día vaya haciéndose más especial segundo tras segundo. Tras finalizar la entrega de regalos, nos fundimos en un gran abrazo. Cogen la piedra que guardé en la caja y empiezan a escribir sus nombres, incluido el mío. Terminan poniendo un 'Para siempre' y la tiramos entre todos al fondo del mar. Ahora siempre estaremos juntos y quedará una parte de mí en la tierra que me vio nacer. Nuestras miradas se cruzan y somos conscientes de que esto es una despedida.
- Esto es un hasta pronto, no un adiós... - les digo mientras lloro.
Observo como mi hermano se despide entre lágrimas de Yadira, su novia. Yo hago lo mismo con Richard y más tarde, con todos los demás. Tras quince minutos de despedidas, promesas, palabras y emociones, recojo todo y mi hermano y yo caminamos hasta el aparcamiento, diciendo adiós con la mano y llorando como dos niños pequeños.
- Juro que volveré, lo juro - grito la promesa para que todos sean conscientes de que algún día, por difícil que sea, volveré.