lunes, 29 de julio de 2013

Capítulo 10 (LVDA)

Capítulo 10.

"No te olvidaré"


"Toc, toc". Suena la puerta de la habitación. Me acomodo como puedo y me dispongo a levantarme para recibir a la visita, en este caso es de alguien muy especial, pero todos mis esfuerzos son en vano. Cada vez que me incorporo, siento un ligero mareo que me obliga a volver a acomodarme en la camilla. 

- Pasa - pronuncio con un tono fuerte para que logre oírme.

- ¡Por fin!

Apenas le da tiempo a terminar esas palabras. Viene corriendo y me deja saborear su boca con tanta dulzura que me hace sonreír por segunda vez en el día. Es fascinante como unos detalles pueden cambiar por completo un día entero. A pesar de que en ese momento la felicidad me tiene invadida de pies a cabeza, hay un hueco en mí ocupado por una triste noticia que no se ni cuando ni como decírsela, ya que ni siquiera me la creo yo. Le abrazo fuerte, mucho, tanto que puedo sentir como su cuerpo se estremece entre mis brazos.

- Anne, ¿pasa algo? - Richard me mira preocupado.

- No, tan solo no quiero perderte.

- No lo harás, tranquila.

- La vida da muchas vueltas, demasiadas.

- ¿A qué viene eso Anne? ¿Va a pasar algo? Dímelo por favor.

- Solo tenemos que hacer que este día sea inolvidable para ambos, ¿de acuerdo? No preguntes nada más. 

Me hace caso y sin soltar palabra alguna, se levanta y sale de la habitación. ¿Por qué se va? ¿Le ha sentado mal que no se lo dijera? Lo hacía por el bien de los dos. Pasan algunos minutos y vuelvo a verle, entrando por la puerta con algo en sus manos. Me mira y me pide que cierre los ojos. Así lo hago. De repente siento como una fina cadena resbala delicadamente por mi cuello y acto seguido abro los ojos y me quedo atónita al ver aquel colgante. "Precioso" susurro. Es plateado, con un corazón rojo uniendo nuestros nombres. Le miro y sonrío. Él también sonríe. Me enamora tanto esa sonrisa... 

- Esto solo es el principio de todo lo que pasará esta noche, princesa - me susurra al oído. 

Acto seguido dirige su mirada hacia la puerta y diviso como entra una enfermera con una silla de ruedas. Le miro intrigada. ¿Qué está pasando? Pero no hace falta preguntarlo, ya me doy cuenta por mí misma. Él y la enfermera me acomodan en la silla para que no me de ningún mareo fuerte. Estoy nerviosa, ¿a dónde me llevan?

- Cuídala bien y si la pasa algo, llámame corriendo, ¿de acuerdo? - dice la enfermera.

- Por supuesto, marcha tranquila. Y gracias - responde él con una sonrisa.

La enfermera desaparece tras la puerta y yo le miro.

- ¿Se puede saber que vas a hacer? Me tienes intrigada.

- Ya lo verás - me dice con una sonrisa pícara.

Me lleva fuera de la habitación y pasamos por los pasillos del hospital hasta llegar a la puerta que conduce al jardín. Yo sigo en la silla de ruedas. Quiero levantarme, pero no puedo, los mareos me lo impiden. Me conduce hasta un rincón apartado con césped y en él tiende un mantel. Me ayuda a sentarme a su lado, encima de un cojín. Después, saca de una cesta un plato con tallarines a la carbonara, mi comida favorita. ¿Cómo lo sabe? Este chico es una caja de sorpresas. Coloca unos farolillos en el mantel y los enciende. 

- ¿Fanta? ¿Coca-cola? - me pregunta.

- A ti.

- Tranquila, ya habrá tiempo para ello - me guiña un ojo.

- Pues entonces Fanta - le respondo resignada hasta terminar con una carcajada.

Lo prepara todo y por fin podemos tener un rato tranquilo. Miradas, risas, palabras, bromas, cariño... Es mágico. Cuando terminamos de cenar, le ayudo a recoger las cosas. Sacude el mantel y lo vuelve a poner, esta vez para tumbarnos sobre él. Nos abrazamos y miramos al oscuro cielo, adornado con pequeñas estrellas. Es una noche preciosa, sobre todo al estar a su lado. Nos besamos delicadamente. 

- Gracias, gracias por todo. Eres insuperable - le susurro.

- Sí, soy superable, tú me has superado. Eres perfecta.

- Nunca encontraré a nadie como tú...

- ¿No te basta conmigo?

- Sí, solo que...

- ¿Qué sucede, princesa?

Le miro y soltando una pequeña lágrima le explico que tengo que marcharme de Barcelona. Me mira pensando que es broma y empieza a hacerme cosquillas, esas que tanto me encantan. 

- Richard, lo digo en serio. Probablemente hoy sea uno de los últimos días que esté a tu lado.

- No, no vas a marchar de mi lado, jamás.

- Me temo que si... Es imposible cambiar las cosas, mi madre ya ha aceptado una propuesta de trabajo en Madrid... 

- Pues si hace falta, marcharé contigo, pero no pienso irme de tu lado.

- ¿Estás loco? Tú vida está aquí, junto a tu familia, junto a tus amigos. 

- Mi vida eres tú, y eso es lo único importante.

- Richard...

- Déjalo, disfrutemos de este momento, ya habrá tiempo para lo demás. 

Le beso y le abrazo con fuerza mientras él acaricia mi pelo. Sigue pensativo, pero al instante se dibuja una sonrisa en su cara y sigue haciéndome cosquillas, hasta soltar una carcajada que me inunda de felicidad de nuevo. Sabe perfectamente como hacerme feliz en todo momento. Allí, los dos juntos, a la luz de las estrellas... No quiero despertar jamás de este sueño hecho realidad...








sábado, 20 de julio de 2013

Capítulo 9 (LVDA)

Capítulo 9.

"Hermanos ante todo"


Observo como mi hermano no para de dar vueltas por la habitación. Está nervioso, sabe que no va a ser una noche fácil. Me mira y se da cuenta de que ya me he despertado, por lo que se aproxima a la camilla hasta acomodarse a mi lado. Me mira a los ojos y puedo ver que se avecina una conversación profunda, llena de comprensión y sinceridad.

- Anne, sé que esto no es fácil para ti, pero tampoco lo va a ser para nosotros. Sé que vas a separarte de tus amigos y también de Richard, y comprendo tu tristeza. Yo también tengo aquí a una persona muy especial y voy a tener que olvidarla, por mucho que me pese.

- No Jordan, no tienes por qué. Si tan especial es para ti, deberías hacer lo posible por estar con ella y no rendirte tan rápido. ¿La quieres? Lucha.

- No es tan fácil Anne… No somos lo suficientemente mayores para luchar por amor, tenemos que seguir junto a nuestra familia. ¿Qué haríamos solos? Nada. Hay que asimilarlo, es la única opción.

- Pues yo pienso luchar con uñas y dientes por aquello que quiero. Es más que un capricho, es mi vida. Le amo como nunca antes había amado a alguien, ni siquiera a Jaime. ¿No lo entiendes? Sin él estaré amargada día sí, día también. Le necesito, Jordan, le necesito.

- Parece que mi hermanita está madurando antes de lo que pensaba. Sé que no puedo hacer mucho, pero tengo un plan para que por lo menos no se nos haga tan amarga la noche. Llama a Richard y dile que si quiere pasar contigo la noche. Si es así, yo me iré con Yanira.

- ¿Yanira? – pregunto extrañada.

- Sí, ella es la chica de la que te he estado hablando. Es fantástica, te caería bien.

- Puede que algún día tenga el placer de conocerla.

- Ojalá. Y ahora llama a Richard antes de que anochezca, anda. – me dice mientras me guiña un ojo y me pasa mi móvil.

- ¿Estás seguro? Mamá no quiere que le vea…

- Segurísimo. Tú confía en mí, será nuestro pequeño secreto, ¿de acuerdo? – dice sonriente.

- De acuerdo. – me aproximo y le doy un abrazo.

Marco su número de teléfono, ansiosa por verle de nuevo. Tras varios pitidos, contesta.

-¿Anne? ¿Eres tú?

- Sí, soy yo. Tenía ganas de hablar contigo y además tengo algo que proponerte.

- ¿Ah sí? Soy todo oídos. Por cierto, ¿estás bien? No contestaste a mis llamadas.

- Estoy perfectamente, tranquilo. ¿Te apetece verlo por ti mismo? – digo con una gran sonrisa.

- ¡Nada me haría más feliz! ¿Dónde estás?

- En el hospital, el mismo de siempre. Ese que no me trae muy buenos recuerdos, ya sabes.

- Tranquila, en nada estoy allí para sacarte de nuevo tu preciosa sonrisa. ¿Cuál es tu habitación?

- La 564, planta 3. No tiene pérdida. Te espero. Un beso, te quiero.

- En un abrir y cerrar de ojos me tienes allí, hasta ahora cielo. – oigo antes de finalizar la llamada.

Pongo de nuevo el móvil en la mesilla y aviso a Jordan de que ya puede marchar. Él se aproxima a mí y me da un beso en la frente.

-Si tienes algún problema, llámame. Te quiero fea, pásalo bien.

- Igualmente bobito. Y dile a Yadira que te cuide bien, no vaya a ser que te me mates por ahí andando distraído. – le digo señalando la chaqueta que hay en el suelo con la que está apunto de tropezar y suelto una carcajada.

- ¡Uf! Menos mal que te tengo, bobita, no se que haría sin ti. Hasta luego. – recoge la chaqueta y se despide de mí con una sonrisa.


Ahora solo queda esperar a que Richard venga y así poder ver este lugar con una sonrisa, esa que se me borra solo al pensar que puedo no volver a verle. Tengo que hacer que este sea el mejor día de nuestra vida, por lo que pueda pasar…

lunes, 15 de julio de 2013

Capítulo 8 (LVDA)

Capítulo 8.

"Miedo"

"Estoy cansada de este mundo, ¿para qué seguir? Sé que dentro de una semana desapareceré y no puedo moverme, no puedo hacer aquello que siempre deseé. ¿Por qué? Por el estúpido accidente de moto. Ni siquiera está aquí él, esa persona que tanto amo. Se marchó cuando más le necesitaba. ¿Qué hago? ¿Llamo a la enfermera para que siga suministrándome medicamentos que no van a salvarme? ¿O veo la estúpida televisión que solo me recuerda a mis tardes junto a él? Lo mejor sería quitarme estos asquerosos tubos e irme, irme para siempre, para no volver. Dentro de una hora llegará mi familia y podré sentir su tristeza, veré con mis propios ojos a mi madre llorando,  desconsolada porque su hija va a fallecer. ¿Creéis que eso ayuda? No. No podré soportarlo. Sí, lo tengo claro, voy a poner fin a esta ‘vida’. ¿Por qué con comillas? Porque esto no es vida, esto es un infierno. Estar sola en una habitación, aislada de tu mundo, sabiendo que la muerte acecha, que ya no vas a salvarte, sin la gente que quieres… No puedo, no puedo más. Cojo el mando y apago la televisión. Acerco mi mano hacia la mesilla y me apresuro a coger un trozo de papel y un bolígrafo negro. Sí, llegó mi hora. Me acomodo en la camilla como puedo y empiezo a escribir mi despedida. Primero para mi familia, pues es lo más importante para mí. En el papel hay recuerdos que no quiero que olviden nunca. Les digo que sonrían porque siempre estaré a su lado, que he sido la chica más afortunada al tenerles, y que gracias por absolutamente todo. Lo doblo y lo pongo encima de la sábana. Ahora comienzo a escribir otra despedida para mis amigos y por último para él, ese chico que me hizo tan feliz. Termino de escribirla y la dejo junto a las demás. En las despedidas he incluido objetos que quiero que guarden junto a ellos, para que vean que seguiré con ellos siempre. Tengo miedo, mucho, pero no hay vuelta atrás. Enciendo el mp3 y me dispongo a escuchar mi canción favorita, la de aquel ídolo mío al que tanto aprecio. Cierro los ojos y empiezo a soñar que estoy junto a él, que me está cantando a mí y a alguien más. ¿Quién es? No alcanzo a verle. Abro los ojos. Era todo fruto de mi imaginación pero… ¿quién era? Bueno, eso ahora no importa. Levanto mi brazo y con la mano apago el botón para que deje de suministrarme suero. Mi hora ha llegado. Empiezo a escuchar algo, es la alarma. En escasos segundos llegará una enfermera, pero ya será tarde. Antes de echar mi último aliento, diviso en el marco de la puerta a alguien… la misma persona del sueño… él. Sonrío mientras veo como se acerca corriendo y me da un beso. ‘Te amo…’. Eso es todo lo que mis palabras alcanzan a decir. Y con una lágrima, mis ojos se cierran y suelto mi último aliento hasta desaparecer."

Siento como una pequeña lágrima desciende por mi mejilla. No puedo dejar de pensar en esa historia y menos estando en el hospital. Soy consciente de las personas que sufren día a día por culpa de enfermedades y sé que lo mío no es nada comparado, pero me aterra que las cosas se compliquen. Todo el mundo le tiene miedo a desaparecer de aquí para siempre, porque no sabemos que hay más allá. No dejo de pensar en mi hermana... ¿Me estará viendo? ¿Dónde estará? ¿Habrá algo más después de la muerte? No dejo de hacerme más y más preguntas, pero ninguna tiene respuesta. Suena la puerta de la habitación y se abre lentamente. Pasados algunos segundos consigo divisar a mi madre y a mi hermano. Se acercan y me explican algo que me hace desesperar aún más.

- Hija... he tenido que tomar una dura decisión... Los médicos me han dicho que en unas 48 horas te pondrás bien, solo tienen que revisarte para ver si el golpe que te diste en la cabeza no genera problemas. Y cuando todo se solucione, nos iremos de Barcelona. La decisión está tomada, no hay vuelta atrás. Tendrás una semana para despedirte de todos tus compañeros. ¿De acuerdo? Tu hermano pasará la noche a tu lado. Te quiero Anne. - dijo mi madre mientras me besaba la frente.

- ¿¡QUÉ!? NO PIENSO IRME MAMÁ, AQUÍ ESTÁ TODO LO QUE QUIERO, ¿NO LO COMPRENDES? JAMÁS ME IRÉ DE AQUÍ. ¡¡JAMÁS!! - grité desesperada.

Me arropé con la sábana hasta la cabeza e ignoré todo lo que mi madre y mi hermano me decían. Estaba cabreada, jamás me iría de Barcelona... o al menos eso pensaba.

sábado, 13 de julio de 2013

Capítulo 7 (LVDA)

Capítulo 7.

"La pelea"


- ¡Anne! ¿Por qué te fuis...? - gritó Jaime alterado mientras se acercaba hasta que se paró en seco - ¿Qué estás haciendo? ¿Acaso estás saliendo con ese?

- Jaime ¿por qué me sigues? ¡Vete, no pintas nada aquí! - gritó Patri mientras corría hacia él para pedirle que se marchara.

- ¡Te seguí para encontrar a Anne, sabía que no se había ido, pero ya veo que no es un buen momento! - gritó furioso mientras nos recorría de pies a cabeza con su mirada.

- Déjales, no te han hecho nada malo. 

- Si, hay una persona que si me ha hecho daño, mejor dicho, nos ha hecho daño. Nos ha abandonado para venir a besuquearse con este chaval. - dijo Jaime con resignación.

- Jaime, este chaval tiene un nombre, ¿sabes? - le contesté enfadada.

- Para mí será un sin nadie. - dijo Jaime con ganas de pelea.

- ¿Perdona? Creo que merezco un mínimo de respeto. ¿Acaso tú no lo crees? - contestó Richard mientras se separaba de mi lado y se ponía frente a Jaime.

- Uy si, discúlpeme usted señor. Bueno, ¿prefiere señor o señorito? No quisiera importunarle. - saltó Jaime con tono burlón.

Miré a Richard y él me devolvió la mirada. Pude ver en sus ojos rabia, enfado, odio... pero también compasión y dolor, pues sabía que si se peleaban, a mí me causaría un enorme problema. Él no quería que hubiera enfrentamientos, pero Jaime le estaba provocando y en algún momento tendría que actuar. Cambié la mirada hacia Jaime, el cual nos miraba atónito, pues con él nunca fui capaz de comunicarme con una sola mirada. Aunque debo decir que esa vez fue diferente, su rostro mostraba una rabia y un deseo de pelea inconfundible. Después de la serie de miradas, vi que era oportuno intervenir.

- No empecéis, por favor, dejadlo. - dije mientras miraba tanto a Jaime como a Richard.

- No Anne, no pienso dejarlo, porque sé que me arrepentiré de no haberte dejado las cosas claras. Me arrepiento de haberte engañado y ahora vengo a por ti. Y no, no me iré hasta que seas mía. - me gritó Jaime.

- Parece que no quieres enterarte, ¡Anne ya te ha olvidado! - le contestó Richard, cansado de tanta palabrería.

- ¿Cómo lo sabes? ¿Eh? - contestó Jaime amenazante.

- Lo he visto en su mirada, ¿sabes? Nosotros nos comunicamos, no estamos juntos para que al poco tiempo nos seamos infieles, dejándonos plantados en una cafetería. Te suena esa historia, ¿verdad? Fue así como la perdiste y créeme que no la vas a recuperar. Además, si tanto la amas... ¿por qué no paras de provocarme? Yo no pienso seguir con esto, ya que no quiero que Anne sufra. Ahora tú haz lo que quieras. - contestó Richard mientras se giraba y se apoyaba en la pared de un edificio.

- Algún día te arrepentirás de tus palabras. Y sí, voy a hacer lo que yo quiera. - dijo Jaime totalmente serio.

Jaime se acercó a mí y se colocó a mi lado. Movió lentamente su mano y me agarró del brazo. En unos segundos pude sentir su respiración muy próxima a mí, demasiado diría yo, por lo que me aparté bruscamente y él me cogió de la mano impidiendo que me alejara de su lado. Intenté soltarme pero fue en vano, pues él me agarraba con tal fuerza que me produjo un dolor espantoso. No pude aguantar y lancé un pequeño grito. Richard no daba crédito de ello y sin pensarlo dos veces se levantó de un salto y logró que me soltara.

- ¡Eh tú! Déjala en paz. - dijo Richard muy cabreado.

- ¿Acaso tú me mandas? - le respondió Jaime con una risa burlona.

- No hagas que te borre esa asquerosa sonrisa de un guantazo. 

- ¡Venga valiente, dámelo! - le provocó Jaime.

Richard intentó relajarse para que yo no sufriera, pero en ese momento Jaime le pegó un puñetazo. Richard, desbordado de rabia, le respondió con otro. Yo no podía aguantarlo y me puse en medio para intentar separarlos. Patri intentó impedirlo pero ya era tarde, pues Richard me dio sin querer. Él no pensó que me pondría en medio. Caí al suelo, aturdida. Veía borroso, me sentía mareada. Pero eso no fue lo peor... lo peor fue que antes de quedar inconsciente, pude diferenciar la figura de mi hermano mayor, Jordan. Venía corriendo, preocupado. La cosa no pintaba nada bien. La última imagen que recordaba de ese día fue la mirada preocupada de Jordan, las lágrimas de Patri y sobretodo, la tristeza y culpabilidad de Richard.