Capítulo 8.
"Miedo"
"Estoy cansada de este mundo, ¿para qué seguir? Sé que dentro
de una semana desapareceré y no puedo moverme, no puedo hacer aquello que
siempre deseé. ¿Por qué? Por el estúpido accidente de moto. Ni siquiera está
aquí él, esa persona que tanto amo. Se marchó cuando más le necesitaba. ¿Qué
hago? ¿Llamo a la enfermera para que siga suministrándome medicamentos que no
van a salvarme? ¿O veo la estúpida televisión que solo me recuerda a mis tardes
junto a él? Lo mejor sería quitarme estos asquerosos tubos e irme, irme para
siempre, para no volver. Dentro de una hora llegará mi familia y podré sentir
su tristeza, veré con mis propios ojos a mi madre llorando, desconsolada porque su hija va a fallecer.
¿Creéis que eso ayuda? No. No podré soportarlo. Sí, lo tengo claro, voy a poner
fin a esta ‘vida’. ¿Por qué con comillas? Porque esto no es vida, esto es un
infierno. Estar sola en una habitación, aislada de tu mundo, sabiendo que la
muerte acecha, que ya no vas a salvarte, sin la gente que quieres… No puedo, no
puedo más. Cojo el mando y apago la televisión. Acerco mi mano hacia la mesilla
y me apresuro a coger un trozo de papel y un bolígrafo negro. Sí, llegó mi
hora. Me acomodo en la camilla como puedo y empiezo a escribir mi despedida.
Primero para mi familia, pues es lo más importante para mí. En el papel hay
recuerdos que no quiero que olviden nunca. Les digo que sonrían porque siempre
estaré a su lado, que he sido la chica más afortunada al tenerles, y que
gracias por absolutamente todo. Lo doblo y lo pongo encima de la sábana. Ahora
comienzo a escribir otra despedida para mis amigos y por último para él, ese
chico que me hizo tan feliz. Termino de escribirla y la dejo junto a las demás.
En las despedidas he incluido objetos que quiero que guarden junto a ellos, para
que vean que seguiré con ellos siempre. Tengo miedo, mucho, pero no hay vuelta
atrás. Enciendo el mp3 y me dispongo a escuchar mi canción favorita, la de
aquel ídolo mío al que tanto aprecio. Cierro los ojos y empiezo a soñar que
estoy junto a él, que me está cantando a mí y a alguien más. ¿Quién es? No
alcanzo a verle. Abro los ojos. Era todo fruto de mi imaginación pero… ¿quién
era? Bueno, eso ahora no importa. Levanto mi brazo y con la mano apago el botón
para que deje de suministrarme suero. Mi hora ha llegado. Empiezo a escuchar
algo, es la alarma. En escasos segundos llegará una enfermera, pero ya será
tarde. Antes de echar mi último aliento, diviso en el marco de la puerta a
alguien… la misma persona del sueño… él. Sonrío mientras veo como se acerca
corriendo y me da un beso. ‘Te amo…’. Eso es todo lo que mis palabras alcanzan
a decir. Y con una lágrima, mis ojos se cierran y suelto mi último aliento
hasta desaparecer."
Siento como una pequeña lágrima desciende por mi mejilla. No puedo dejar de pensar en esa historia y menos estando en el hospital. Soy consciente de las personas que sufren día a día por culpa de enfermedades y sé que lo mío no es nada comparado, pero me aterra que las cosas se compliquen. Todo el mundo le tiene miedo a desaparecer de aquí para siempre, porque no sabemos que hay más allá. No dejo de pensar en mi hermana... ¿Me estará viendo? ¿Dónde estará? ¿Habrá algo más después de la muerte? No dejo de hacerme más y más preguntas, pero ninguna tiene respuesta. Suena la puerta de la habitación y se abre lentamente. Pasados algunos segundos consigo divisar a mi madre y a mi hermano. Se acercan y me explican algo que me hace desesperar aún más.
- Hija... he tenido que tomar una dura decisión... Los médicos me han dicho que en unas 48 horas te pondrás bien, solo tienen que revisarte para ver si el golpe que te diste en la cabeza no genera problemas. Y cuando todo se solucione, nos iremos de Barcelona. La decisión está tomada, no hay vuelta atrás. Tendrás una semana para despedirte de todos tus compañeros. ¿De acuerdo? Tu hermano pasará la noche a tu lado. Te quiero Anne. - dijo mi madre mientras me besaba la frente.
- ¿¡QUÉ!? NO PIENSO IRME MAMÁ, AQUÍ ESTÁ TODO LO QUE QUIERO, ¿NO LO COMPRENDES? JAMÁS ME IRÉ DE AQUÍ. ¡¡JAMÁS!! - grité desesperada.
Me arropé con la sábana hasta la cabeza e ignoré todo lo que mi madre y mi hermano me decían. Estaba cabreada, jamás me iría de Barcelona... o al menos eso pensaba.
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